En asuntos del deseo, no te precipites en implicarte
porque sea fácil; una vez que te has implicado, te
hundirás profundamente. En asuntos de principio, no
retrocedas por miedo a la dificultad; una vez que
desciendes hacia atrás, pierdes por completo tus
cimientos.
Quienes son cuidadosos, cuidan de si mismos al
igual que cuidan de los demás, poniendo atención en
cada situación. Quienes no son cuidadosos, se desairan
a sí mismos y a los demás, descuidando cada
situación. Las personas iluminadas cuidan de no
implicarse demasiado ni permanecer indiferentes.
A quienes se aproximen a ti con riquezas,
respóndeles con compasión. A quienes se acerquen a ti
con su rango, respóndeles con justicia. Las personas
iluminadas no son prisioneras de los que mandan.
Cuando alguien está decidido, puede superar el
destino; cuando la mente está unificada, ésta moviliza
la energía. Las personas iluminadas no permiten que ni
siquiera la naturaleza las encasille en un molde.
Al establecerte en la sociedad, si no tienes nobleza
de carácter, será como cepillarte la ropa en medio del
polvo o lavarte los pies en medio del barro. ¿Cómo
podrías ser libre? En tus tratos con el mundo, si no
eres respetuoso, serás como una polilla volando
pegada a la llama o un carnero embistiendo un
cercado. ¿Cómo podrías estar en paz?
Los estudiantes necesitan reunir todo su ánimo
vital y encaminarlo totalmente en una dirección. Si
cultivas cualidades personales con tu mente
concentrada en el éxito y en los honores, no realizarás
progresos reales. Si lees con tu interés puesto en el
disfrute de la estética literaria, no harás que tu mente
sea más profunda.
Existe una gran compasión en todo el mundo; un
Buda y un carnicero no poseen mentes diferentes.
Existe un gozo real en todas partes, tanto en una
lujosa mansión como en una humilde choza. Es sólo
cuando uno se ve invadido por los deseos y bloqueado
por los sentimientos, cuando se pierde lo que
realmente está presente; y esto crea toda la diferencia
en el mundo.
Desarrollar la fuerza de carácter y cultivar la
iluminación requiere un cierto grado de indiferencia. En
cuanto que aparece la fascinación, se persiguen
objetos del deseo. Ayudar al mundo o gobernar un
estado requiere un sentimiento de desapego. En
cuanto aparece el apego, se está en peligro.
Las buenas personas son pacificas no sólo en la
acción; sus espíritus son amables incluso en sueños.
Las personas malvadas son perversas no sólo en sus
acciones; incluso sus voces y risas son perjudiciales.
Cuando el hígado está enfermo, la vista decae;
cuando el riñón está enfermo, el oído se ve afectado de
manera adversa. La enfermedad no es visible, pero si
sus efectos. Por ello, las personas iluminadas, como
desean liberarse de las imperfecciones evidentes,
primero eliminan las imperfecciones ocultas.
No hay mayor dicha que tener pocas
preocupaciones, ni mayor desdicha que tener
muchos desvelos. Sólo quienes han sufrido por sus
desvelos conocen la dicha de tener pocas
preocupaciones. Sólo quienes han calmado su mente
conocen la desdicha de tener muchos desvelos.
En tiempos de orden se debe ser preciso; en
tiempos turbulentos se debe ser flexible. En tiempos de
degeneración han de combinarse precisión y
flexibilidad. Al tratar con buena gente se ha de ser
magnánimo; al tratar con mala gente se ha de ser
estricto. En el trato de la gente normal ha de
combinarse la magnanimidad y el sentido de lo
estricto.
No pienses en cualquier servicio que hayas
podido hacer a los demás; piensa en lo que has
podido hacer para ofenderles. No olvides lo que otros
han hecho por ti; olvida aquello en lo que otros te han
ofendido.
Cuando los que hacen obras de caridad las hacen
sin sentimiento de autosatisfacción y sin pensamientos
de recompensa, incluso una pequeña donación es
grande. Cuando los que ayudan a los demás calculan
su propio sacrificio y piden gratitud y recompensa,
incluso una gran donauon es pequeña.
Las circunstancias de la gente pueden ser estables
o inestables; ¿cómo podrías garantizar que únicamente
tú eres estable? Tus propios sentimientos pueden ser
razonables o irrazonables; ¿cómo podrías esperar que
los demás sean siempre razonables? Es muy útil ver
las cosas bajo esta luz y corregir de este modo las
contradicciones de tus expectativas hacia ti mismo y
hacia los demás.
Sólo cuando tu mente es limpia estás en un estado
adecuado para leer libros y estudiar a los clásicos. En
caso contrario, cuando lees acerca de una buena obra,
intentarás reivindicaría como si fuera tuya; y cuando
oigas un buen dicho, lo tomarás prestado para encubrir
tus fallos. Esto es lo mismo que prestar armas a un
rebelde, o proporcionar herramientas a un ladrón.
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