Los Jardines Colgantes de Babilonia
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Jardines Colgantes de Babilonia.Casi contemporánea a la cultura egipcia, en la Mesopotamia surgió una cultura que, pese a las diferentes dominaciones, fue preservada durante milenios hasta su ocaso ocurrido con la invasión persa en el 539 a.C., campaña dirigida por Ciro II el Grande.
La civilización mesopotámica tiene su origen en el sur de dicha región, la más fértil y de clima más apropiado para la agricultura. Allí se asentaron los sumerios, quienes, en el IV milenio a.C., desarrollaron una cultura sedentaria basada en la agricultura. Esta cultura nunca logró erigirse como un único estado, estando constituido por ciudades-estado independientes, que tenían en común su procedencia y cultura. Conocían el uso de los metales y desarrollaron la escritura cuneiforme.
Dado que la región se encuentra rodeada de zonas montañosas o desérticas, se vieron enfrentados en forma permanente a los intentos de los habitantes de estas regiones de aprovecharse de las riquezas generadas por estas poblaciones estables. Dos grupos semitas provenientes de la Península Arábiga, entre el final del IV milenio y comienzos del III milenio a.C., lograron establecerse en la región mesopotámica: los asirios en el norte y los akadios en la región central. Una de las ciudades construidas por los akadios, fue Babilonia (Bab-ilim en akadio; Babel en la Biblia), que posteriormente se constituiría en una de las ciudades más importantes de la Antigüedad.
Durante todo el III milenio a.C., los akadios y los sumerios sostuvieron una lucha constante por el predominio en Caldea (región que abarca el centro y sur de la Mesopotamia), hasta que en el 2.123 a.C., Hammurabi asumió como rey de Babilonia.
Bajo el reinado de Hammurabi (conocido además por ser el creador del primer código escrito), Babilonia se convirtió en la principal ciudad de Acadia y sometió a los sumerios, constituyendo de esta forma, el primer gran imperio en la región. Durante este imperio y aún después de su caída en manos de los invasores Kasitas en el 1.725 a.C., la cultura mesopotámica influyó en toda la región circundante a la Mesopotamia.
En el siglo VII a.C., los asirios provenientes del norte de la Mesopotamia lograron imponerse en toda la región y destruyeron la ciudad en el 689 a.C. Sin embargo, en el siglo VI a.C., Nabopolasar logró emancipar a Babilonia de la dominación asiria y constituyó un imperio aún más influyente que el antiguo imperio babilónico. Nabucodonosor II, hijo de Nabopolasar, extendió los dominios de Babilonia a Siria y Palestina. Además de ser un gran conquistador, Nabucodonosor II se destacó como un gran constructor. Renovó completamente la ciudad, ordenando la construcción de un nuevo tempo y un nuevo palacio. Además fortificó la ciudad, dotándola de una imponente muralla con deslumbrantes puertas; para algunos historiadores antiguos, la muralla y la puerta de Ishtar constituyeron la lista de las Siete Maravillas. Construyó caminos y grandes obras de riego. Los estudiosos de la Biblia indican que fue Nabucodonosor II quien destruyó Jerusalén y quien llevó a los judíos como cautivos a Babilonia.
Tras la muerte de Nabucodonosor II, en el 539 a.C., Babilonia fue derrotada por Ciro II, rey de Persia. Tras la anexión a Persia, la ciudad fue perdiendo importancia. Cuando Alejandro Magno llega a la ciudad en el 326 a.C., parte de ella se encontraba en ruinas. Finalmente, en el año 125 a.C., los partos toman la ciudad y la incendian.
Una de las leyendas acerca de la existencia de los Jardines Colgantes de Babilonia, atribuyen a este emperador la construcción de los mismos. Según esta leyenda, Nabucodonosor II tenía por esposa a Amytis, hija del rey de los Medos. Para complacer a su reina, Nabucodonosor II habría mandado construir los jardines, construidos de tal forma que recordaran la tierra natal Amytis, totalmente diferente a la región de Caldea.
Otra leyenda dice que los Jardines Colgantes de Babilonia habrían sido construidos en el siglo XI a.C., por Shammuramat (conocida en el mundo griego como Semiramis), quien a la muerte de su esposo el emperador asirio Shamsidad V, gobernó el imperio como regente de su hijo Adadnirari III. Fue un gran gobernante; durante su regencia, los asirios conquistaron los grandes imperios de Egipto y la India. Cuando descubrió que su hijo conspiraba para derrocarla, el dolor la llevó al suicidio.
La existencia de los Jardines Colgantes es también discutida. En las crónicas de las conquistas de Alejandro Magno, no aparecen menciones a ellos, como tampoco aparecen en crónicas de visitantes posteriores. En los escritos Babilónicos de la época, tampoco se encuentran referencias a ellos. Sin embargo, el geógrafo griego Estrabón, hace una descripción de los mismos en el siglo I a.C., diciendo “Este consta de terrazas abovedadas alzadas unas sobre otras, que descansan sobre pilares cúbicos. Éstas son ahuecadas y rellenas con tierra para permitir la plantación de árboles de gran tamaño. Los pilares, las bóvedas, y las terrazas están construidas con ladrillo cocido y asfalto.”
Posteriormente, un escritor judío que vivió en el siglo I d.C., describió a los Jardines Colgantes de la siguiente forma: "Nabucodonosor ordenó levantar cerca de su palacio elevaciones de piedra, darles la forma de montaña y plantarlas con toda clase de árboles. Por deseo de su mujer instaló además un jardín como los había en la patria de ella."
Las excavaciones arqueológicas recientes en la ciudad de Babilonia, descubrieron el lugar donde se encontraba asentado el palacio junto al cual, de acuerdo con algunas crónicas, se encontraban los Jardines. Al sur del palacio, otros hallazgos arqueológicos incluyen una construcción abovedada con paredes gruesas y un sistema de irrigación. Sin embargo, el historiador griego Estrabón había indicado que los jardines se habrían situado sobre el río Éufrates, mientras que la estas ruinas están alejadas algunos cientos de metros. Reconstruyeron el lugar del palacio y localizaron los Jardines en el área que se extendía del río al palacio.
Paredes recientemente descubiertas, a orillas del río y que tienen 25 metros de espesor, podrían ser de forma escalonada, como las terrazas descritas en los antiguos escritos griegos. No obstante, las pruebas necesarias para avalar cualquiera de las teorías son insuficientes. Lejos aún se encuentran los arqueólogos e historiadores de confirmar o no su existencia.
La civilización mesopotámica tiene su origen en el sur de dicha región, la más fértil y de clima más apropiado para la agricultura. Allí se asentaron los sumerios, quienes, en el IV milenio a.C., desarrollaron una cultura sedentaria basada en la agricultura. Esta cultura nunca logró erigirse como un único estado, estando constituido por ciudades-estado independientes, que tenían en común su procedencia y cultura. Conocían el uso de los metales y desarrollaron la escritura cuneiforme.
Dado que la región se encuentra rodeada de zonas montañosas o desérticas, se vieron enfrentados en forma permanente a los intentos de los habitantes de estas regiones de aprovecharse de las riquezas generadas por estas poblaciones estables. Dos grupos semitas provenientes de la Península Arábiga, entre el final del IV milenio y comienzos del III milenio a.C., lograron establecerse en la región mesopotámica: los asirios en el norte y los akadios en la región central. Una de las ciudades construidas por los akadios, fue Babilonia (Bab-ilim en akadio; Babel en la Biblia), que posteriormente se constituiría en una de las ciudades más importantes de la Antigüedad.
Durante todo el III milenio a.C., los akadios y los sumerios sostuvieron una lucha constante por el predominio en Caldea (región que abarca el centro y sur de la Mesopotamia), hasta que en el 2.123 a.C., Hammurabi asumió como rey de Babilonia.
Bajo el reinado de Hammurabi (conocido además por ser el creador del primer código escrito), Babilonia se convirtió en la principal ciudad de Acadia y sometió a los sumerios, constituyendo de esta forma, el primer gran imperio en la región. Durante este imperio y aún después de su caída en manos de los invasores Kasitas en el 1.725 a.C., la cultura mesopotámica influyó en toda la región circundante a la Mesopotamia.
En el siglo VII a.C., los asirios provenientes del norte de la Mesopotamia lograron imponerse en toda la región y destruyeron la ciudad en el 689 a.C. Sin embargo, en el siglo VI a.C., Nabopolasar logró emancipar a Babilonia de la dominación asiria y constituyó un imperio aún más influyente que el antiguo imperio babilónico. Nabucodonosor II, hijo de Nabopolasar, extendió los dominios de Babilonia a Siria y Palestina. Además de ser un gran conquistador, Nabucodonosor II se destacó como un gran constructor. Renovó completamente la ciudad, ordenando la construcción de un nuevo tempo y un nuevo palacio. Además fortificó la ciudad, dotándola de una imponente muralla con deslumbrantes puertas; para algunos historiadores antiguos, la muralla y la puerta de Ishtar constituyeron la lista de las Siete Maravillas. Construyó caminos y grandes obras de riego. Los estudiosos de la Biblia indican que fue Nabucodonosor II quien destruyó Jerusalén y quien llevó a los judíos como cautivos a Babilonia.
Tras la muerte de Nabucodonosor II, en el 539 a.C., Babilonia fue derrotada por Ciro II, rey de Persia. Tras la anexión a Persia, la ciudad fue perdiendo importancia. Cuando Alejandro Magno llega a la ciudad en el 326 a.C., parte de ella se encontraba en ruinas. Finalmente, en el año 125 a.C., los partos toman la ciudad y la incendian.
Una de las leyendas acerca de la existencia de los Jardines Colgantes de Babilonia, atribuyen a este emperador la construcción de los mismos. Según esta leyenda, Nabucodonosor II tenía por esposa a Amytis, hija del rey de los Medos. Para complacer a su reina, Nabucodonosor II habría mandado construir los jardines, construidos de tal forma que recordaran la tierra natal Amytis, totalmente diferente a la región de Caldea.
Otra leyenda dice que los Jardines Colgantes de Babilonia habrían sido construidos en el siglo XI a.C., por Shammuramat (conocida en el mundo griego como Semiramis), quien a la muerte de su esposo el emperador asirio Shamsidad V, gobernó el imperio como regente de su hijo Adadnirari III. Fue un gran gobernante; durante su regencia, los asirios conquistaron los grandes imperios de Egipto y la India. Cuando descubrió que su hijo conspiraba para derrocarla, el dolor la llevó al suicidio.
La existencia de los Jardines Colgantes es también discutida. En las crónicas de las conquistas de Alejandro Magno, no aparecen menciones a ellos, como tampoco aparecen en crónicas de visitantes posteriores. En los escritos Babilónicos de la época, tampoco se encuentran referencias a ellos. Sin embargo, el geógrafo griego Estrabón, hace una descripción de los mismos en el siglo I a.C., diciendo “Este consta de terrazas abovedadas alzadas unas sobre otras, que descansan sobre pilares cúbicos. Éstas son ahuecadas y rellenas con tierra para permitir la plantación de árboles de gran tamaño. Los pilares, las bóvedas, y las terrazas están construidas con ladrillo cocido y asfalto.”
Posteriormente, un escritor judío que vivió en el siglo I d.C., describió a los Jardines Colgantes de la siguiente forma: "Nabucodonosor ordenó levantar cerca de su palacio elevaciones de piedra, darles la forma de montaña y plantarlas con toda clase de árboles. Por deseo de su mujer instaló además un jardín como los había en la patria de ella."
Las excavaciones arqueológicas recientes en la ciudad de Babilonia, descubrieron el lugar donde se encontraba asentado el palacio junto al cual, de acuerdo con algunas crónicas, se encontraban los Jardines. Al sur del palacio, otros hallazgos arqueológicos incluyen una construcción abovedada con paredes gruesas y un sistema de irrigación. Sin embargo, el historiador griego Estrabón había indicado que los jardines se habrían situado sobre el río Éufrates, mientras que la estas ruinas están alejadas algunos cientos de metros. Reconstruyeron el lugar del palacio y localizaron los Jardines en el área que se extendía del río al palacio.
Paredes recientemente descubiertas, a orillas del río y que tienen 25 metros de espesor, podrían ser de forma escalonada, como las terrazas descritas en los antiguos escritos griegos. No obstante, las pruebas necesarias para avalar cualquiera de las teorías son insuficientes. Lejos aún se encuentran los arqueólogos e historiadores de confirmar o no su existencia.
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